Se entiende por vacuna cualquier preparación destinada a generar inmunidad contra una enfermedad estimulando la producción de anticuerpos. Puede tratarse, por ejemplo, de una suspensión de microorganismos muertos o atenuados, o de productos o derivados de microorganismos. El método más habitual para administrar las vacunas es la inyección, aunque algunas se administran con un vaporizador nasal u oral.
La buena higiene, el saneamiento y el agua salubre son insuficientes para detener las enfermedades infecciosas, y la vacunación sigue siendo necesaria. Si no mantenemos tasas de inmunización óptimas la llamada inmunidad colectiva, las enfermedades prevenibles mediante vacunación volverán. Aunque las mejoras de la higiene, el saneamiento y la salubridad del agua ayudan a protegernos de las enfermedades infecciosas, muchas de ellas pueden propagarse independientemente de lo aseados que seamos. Sin vacunación, enfermedades que se han vuelto raras, como la tos ferina, la poliomielitis o el sarampión, pueden reaparecer rápidamente.
Las vacunas son seguras. Todas las vacunas aprobadas son sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las diferentes fases de los ensayos clínicos, y siguen siendo evaluadas regularmente una vez comercializadas. Los científicos también siguen constantemente la información procedente de diferentes fuentes en busca de indicios de que una vacuna pueda tener efectos adversos. La mayoría de las reacciones a las vacunas son leves y temporales, tales como el dolor en el lugar de inyección o la febrícula. Los raros efectos colaterales graves notificados son investigados inmediatamente.
Es mucho más fácil padecer lesiones graves por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna. Por ejemplo, la poliomielitis puede causar parálisis; el sarampión, encefalitis y ceguera, y algunas enfermedades prevenibles mediante vacunación incluso pueden ser mortales. Aunque una sola lesión grave o muerte causada por las vacunas ya son demasiadas, los beneficios de la vacunación superan largamente los riesgos, y sin vacunas habría muchos más casos de enfermedad y muerte.
Las vacunas interaccionan con el sistema inmunitario y producen una respuesta inmunitaria similar a la generada por las infecciones naturales, pero sin causar enfermedad ni poner a la persona inmunizada en riesgo de sufrir las posibles complicaciones de esta. En cambio, el precio a pagar por la inmunización a través de la infección natural puede consistir en disfunción cognitiva en la infección por Haemophilus influenzae de tipo b, defectos congénitos en la rubéola, cáncer hepático en la hepatitis B o muerte por complicaciones en el sarampión.
La mayoría de las vacunas poseen tiomersal, un compuesto orgánico que contiene mercurio y se añade a algunas vacunas como conservante. No resulta peligroso y es el conservante más utilizado en las vacunas que se suministran en viales multidosis. No hay datos que indiquen que las cantidades de tiomersal utilizadas en las vacunas supongan un riesgo para la salud.
Datos sobre la inmunización en el mundo
La inmunización es una de las intervenciones sanitarias más potentes y eficaces en relación con el costo. Previene enfermedades debilitantes y discapacidades y salva millones de vidas cada año. La inmunización hace una contribución especialmente importante al logro del objetivo de reducir la mortalidad entre los niños menores de cinco años. Las vacunas tienen la capacidad no sólo de salvar vidas, sino también de transformarlas, pues brindan a los niños la oportunidad de crecer sanos, ir a la escuela y mejorar sus perspectivas de futuro.
El primer decenio del presente siglo ha sido el más productivo en la historia de la obtención de vacunas. Se han conseguido nuevas vacunas capaces de salvar vidas contra la meningitis meningocócica, la diarrea por rotavirus, la gripe aviar provocada por el virus H5N1, las enfermedades provocadas por neumococos y el cáncer
cervicouterino causado por el papilomavirus humano (VPH). La industria de las vacunas está atravesando un periodo de renovación y dinamismo.
El mercado mundial de vacunas prácticamente se ha triplicado, con unos ingresos mundiales superiores a US$ 17 000 millones , lo que ha hecho que el sector sea uno de los de más rápido crecimiento de la industria. La mayor parte de esa expansión se debe a las ventas en los países industrializados de vacunas más nuevas y costosas, que suponen más de la mitad del valor total de las ventas de vacunas en todo el mundo. El reciente aumento en la obtención de nuevas vacunas se debe en gran medida a tres factores decisivos: el uso de innovadoras tecnologías de fabricación, el creciente apoyo de las alianzas público privadas para la obtención de productos y los nuevos
recursos y mecanismos de financiación.
Al mismo tiempo, se ha producido un crecimiento sin precedentes en la capacidad de los fabricantes de los países en desarrollo para contribuir al suministro de vacunas infantiles tradicionales. En conjunto, la demanda de esas vacunas también Vacunas e inmunización, en parte para atender las enormes necesidades de las grandes iniciativas que se han puesto en marcha con el objetivo de erradicar la poliomielitis y reducir la carga del sarampión y del tétanos neonatal y materno.
Asegurarse de que las vacunas sean seguras, eficaces y de calidad es un elemento decisivo de su desarrollo y su distribución. Comienza con las primeras fases de la vacuna, generalmente en el laboratorio, donde sus componentes son sometidos a ensayos para determinar aspectos como la pureza y la potencia. A continuación se inicia el ensayo clínico de la inocuidad y la eficacia en seres humanos y, después de la autorización, se someten lotes de vacunas a ensayos poscomercialización para verificar la uniformidad del proceso de producción y se realizan actividades de
vigilancia para detectar todo incidente adverso que pudiera estar relacionado con la vacuna. a licencia, o autorización para el uso en seres humanos, es el paso fundamental del proceso. La entidad oficial que concede la autorización, el organismo nacional de reglamentación, es el árbitro que decide si se han cumplido las normas establecidas para garantizar la calidad de la vacuna.
Todos los países industrializados disponen de un sistema fiable de reglamentación de vacunas que funciona debidamente; por el contrario, apenas la cuarta parte de los países en desarrollo están en el mismo caso. La comunidad sanitaria internacional ha lanzado una serie de iniciativas, encabezadas por la OMS, para velar por que las
vacunas que se utilizan en los programas nacionales de inmunización sean de calidad garantizada. Entre esas iniciativas figura el sistema de precalificación establecido por la OMS para asesorar a los organismos de las Naciones Unidas encargados de la adquisición de vacunas acerca de la aceptabilidad, en principio, de las vacunas disponibles para la compra; también se está trabajando para lograr que todos los países cuenten con un organismo reglamentario nacional fiable y funcional.
Asegurarse de que las vacunas se fabriquen, utilicen y ensayen de acuerdo con las normas internacionalmente aceptadas forma parte de las actividades que tienen por objeto reducir la probabilidad de que una vacuna produzca un incidente adverso. Otra parte es disponer de un sistema eficiente de vigilancia posterior a la comercialización y de investigación que detecte y verifique rápidamente todo rumor o notificación de eventos adversos supuestamente relacionados con el uso de una vacuna.
La mayoría de los países industrializados cuentan con un sistema de ese tipo, pero muchos países en desarrollo carecen de los recursos o la experiencia necesarios. Para hacer frente a esa situación, la OMS ha establecido un Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas, formado por expertos independientes, cuya misión es evaluar y responder a noticias y rumores acerca de la seguridad Resumen de orientación de las vacunas. Además, en la OMS ha establecido una red mundial para la vigilancia posterior a la comercialización de vacunas recientemente precalificadas que llevan poco tiempo incorporadas a los programas nacionales de inmunización.
En conclusión , los dos motivos principales para vacunarse son protegernos a nosotros mismos y proteger a quienes nos rodean. El éxito de los programas de vacunación depende de que todos garanticemos el bienestar de todos. No debemos depender de quienes nos rodean para detener la propagación de enfermedades; nosotros también debemos hacer lo que esté en nuestra mano.
Fuente: Organización Mundial de la Salud(OMS). UNICEF
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