La electroporación irreversible (IRE) es una técnica ablativa no térmica emergente con estudios recientes que demuestran su eficacia en la destrucción de neoplasias malignas de órganos sólidos. El principio que subyace a la IRE es aplicar suficientes pulsos eléctricos para aumentar permanentemente la permeabilidad de la membrana celular. La formación posterior de poros permite el transporte iónico y molecular dentro y fuera de la célula.
Variables como el campo eléctrico, el número de pulsos, la duración del pulso y el intervalo del pulso afectan el grado de alteración de la membrana celular, con múltiples estudios que describen los parámetros ideales para modelos de cáncer específicos, ya que la eficacia depende del tamaño, la forma y la carga eléctrica de la célula.
El aumento de la permeabilidad de la célula conduce a un influjo de Ca 2+ y Na +y salida de K + y ATP; la alta concentración de Ca 2+ intracelular conduce a necrosis celular o apoptosis.
Como método de ablación no térmica, se diferencia de otras técnicas de ablación como la ablación por microondas o la ablación por radiofrecuencia por la disminución del riesgo de daño a las estructuras circundantes como los vasos sanguíneos, los conductos biliares y el intestino.
Dos ejemplos en los que IRE ha demostrado eficacia incluyen el tratamiento del carcinoma hepatocelular inoperable y el cáncer de páncreas localmente avanzado.
La IRE se realiza principalmente a través del abordaje percutáneo en la sala de TC por radiólogos intervencionistas. Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de una comunicación abierta y eficaz entre el radiólogo intervencionista y el anestesiólogo.
Para la ablación hepática o pulmonar que requiere neumotórax artificial y ventilación unipulmonar, la comunicación y la preparación óptima son vitales. También es necesaria la comunicación antes de cada estimulación de pulso para asegurar un tiempo adecuado para que un bolo de opioide o relajante muscular ejerza sus efectos.
Martin y col. recomendó anestesia general con dos vías intravenosas periféricas de gran calibre y cateterismo arterial, así como analgesia epidural combinada con infusión de remifentanilo. Es de destacar que su estudio examinó todos los enfoques IRE: abiertos, laparoscópicos y percutáneos.
Para procedimientos abiertos, se ofrece epidural torácica ya que proporciona una analgesia superior y minimiza los opioides y sus efectos secundarios no deseados.
En nuestra práctica, generalmente aseguramos una vía intravenosa periférica y monitoreamos la presión arterial a través de un manguito no invasivo; También se deben colocar parches de desfibrilador sobre el paciente como medida de precaución. Usamos anestesia general y manejamos los picos de presión arterial mediante infusión de remifentanilo. Los pulsos de IRE pueden inducir hipertensión a pesar de la profundidad adecuada de la anestesia;.
Se ha demostrado que los analgésicos son superiores a los fármacos antihipertensivos para el tratamiento. Se recomienda el bloqueo neuromuscular profundo para lograr una relación de tren de cuatro (TOF) de 0 porque la estimulación IRE produce contracciones musculares locales y movimientos involuntarios, particularmente si el paciente no está profundamente anestesiado.
Ambos pueden comprometer la precisión de la ablación en el objetivo y exacerbar el trauma de la aguja con una posible complicación quirúrgica.
Las consideraciones específicas de la IRE están relacionadas con los episodios de descarga eléctrica en la punta del catéter. Para minimizar la incidencia de arritmias, estos procedimientos se realizan con sincronización cardíaca y, por lo tanto, requieren que se conecte un ECG de cinco derivaciones colocado con precisión a la unidad de control IRE.
Esto permite que los pulsos IRE se sincronicen con el período refractario y eviten el fenómeno R-on-T conocido por desencadenar arritmias.
La recuperación de los pacientes después de la IRE puede ser sencilla y rápida después de un abordaje percutáneo. Las IRE realizadas con laparotomía pueden tener una recuperación más prolongada, principalmente relacionada con el control del dolor.
IRE es una técnica ablativa con un perfil de daño tisular regional eficaz y eficacia probada, especialmente en tumores hepatobiliares sólidos. Las arritmias, la hipertensión y las contracciones musculares inducidas por pulsos IRE son consideraciones importantes para el anestesiólogo. Al igual que con otros procedimientos ablativos percutáneos, se han informado complicaciones posoperatorias relacionadas con lesiones locales, pero no son frecuentes.
Según nuestra experiencia en el Brigham and Women’s Hospital, la mayoría de las IRE se realizan por vía percutánea bajo la guía de una TC y pueden tratarse con un anestésico endotraqueal general estándar, sincronización del ciclo cardíaco y relajación muscular.
Fuente: American Society of Anesthesiologists
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