Las heridas crónicas siguen siendo un problema sociosanitario principal en los países
desarrollados representando un importante gasto para la Sanidad Pública. Además, supone una causa fundamental de morbilidad, incapacidad y mortalidad siendo aún hoy en día un gran desafío para toda la comunidad sanitaria.
Historia de la Terapia de Presión Negativa
El uso de presión negativa con fines médicos ha presentado una evolución muy significativa a lo largo de la historia, remontándonos al año 600 a.C. cuando ya se utilizaba para la extracción del veneno de las heridas. El reporte más antiguo del uso de un sistema similar data de 1908 cuando se aplicaba succión a las heridas crónicas, traumáticas y postquirúrgicas. Usos más recientes de VAC fueron descritos en los estudios de Fleischmann.
Por otro lado, haciendo referencia a la historia moderna de la terapia de presión negativa (TPN), los primeros datos se remontan a finales de la década de los 90, cuando varios autores publican que la aplicación de una presión negativa inferior a la atmosférica normal controlada, estimula la cicatrización de las heridas. Argenta y Morykwas desarrollaron el sistema “Método de terapia de heridas con presión negativa” que consistía en el drenaje asistido por vacío de sangre o líquido seroso de una herida o lecho quirúrgico, sentando las bases de este método cuyos sistemas han ido mejorando con el paso de los años.
Esta presión, directamente aplicada en pacientes tratados con técnica de abdomen abierto, es descrita posteriormente por Barker y otros investigadores, que en 1994 refieren una “técnica de empaquetamiento al vacío” en pacientes con trauma abdominal manejados con la “técnica de control de daños”, usando compresas intraabdominales y un sistema de succión cerrada convencional.
Usos de la Terapia VAC
La Food and Drug Administration de Estados Unidos aprobó en 1995 el sistema de VAC (VAC Therapy, KCI, San Antonio, Texas) para su uso en pacientes con heridas por pie diabético, úlceras por presión, heridas quirúrgicas infectadas, colgajos, injertos, heridas traumáticas y otras de difícil cicatrización. El uso del sistema de VAC en cabeza y cuello fue descrito por primera vez por Shuster en 2006 para estimular el proceso de cicatrización en un paciente con una herida facial grande infectada. Andrews et al. utilizaron terapia de VAC para el tratamiento de exposición ósea del cráneo con pérdida de periostio como resultado de cuatro colgajos pediculados fallidos, tres defectos ablativos y dos lesiones traumáticas de cuero cabelludo en nueve pacientes.
En otros estudios se utilizó con éxito la terapia de VAC como apósito sobre injertos de piel en cara y cráneo. Linkov informó en 2014 el caso de presión negativa aplicada para el tratamiento de fascitis necrosante con exposición del nervio facial preservando la función del mismo. Ahmed describió
en 2015 la aplicación de terapia de VAC en el cierre de una herida craneal infectada con pérdida de duramadre a presiones de -50 mmHg.
Maeda en 2016 reportó el éxito del uso de VAC en la exposición de placa de titanio posterior a reconstrucción mandibular por carcinoma. De eficacia demostrada en heridas de diversa etiología, su utilización ha sido algo disipar quizá por desconocimiento o la falsa creencia de que son terapias caras con escaso coste-efectividad.
La utilización de sistemas de terapia de presión negativa (TPN) es una alternativa de tratamiento en heridas complejas o con grandes defectos cutáneos que permite reducir los tiempos de cicatrización y, por tanto, costes adicionales al conseguir disminuir las estancias hospitalarias, incluso evitándolas en algunos casos, así como una menor incidencia de complicaciones que suelen asociarse a este tipo de lesiones sin que la calidad de vida del paciente se vea afectada.
Actualidad de la Terapia VAC
La mayoría de nuestros pacientes tienen padecimientos crónico-degenerativos que conllevan alteraciones en la cicatrización y con ello, en el caso de realizar una cirugía derivativa, el riesgo al presentar infección, de complicaciones que pueden ser mortales. La isquemia de los tejidos, la diabetes mellitus, los accidentes de tránsito y la cirugía en sí pueden ocasionar heridas complejas.
Una herida es compleja cuando por su extensión, localización, profundidad y/o complicaciones necesita para su curación una terapéutica especial. Estos casos casi siempre necesitan un tratamiento complejo con un extenso desbridamiento quirúrgico, resultando en grandes defectos de los tejidos afectados, que
se traducen en una cicatrización difícil y tórpida.
En los últimos años la terapia de presión negativa se ha erigido como una opción real y útil en el tratamiento de heridas crónicas, sobre todo en las de difícil pronóstico. La terapia de presión negativa tópica o V.A.C., por sus siglas en inglés, es un tratamiento
no invasivo y activo que consiste en la aplicación de presión subatmosférica tópica localizada en el lecho de la herida acelerando el proceso de cicatrización
El sistema de VAC es un manejo de heridas no invasivo que utiliza una presión negativa localizada y contralada para ayudar a acelerar la curación de heridas. Su objetivo es crear un ambiente que favorezca la reparación de heridas por segunda o tercera intención (cierre primario tardío) y preparar la herida para un cierre adecuado reduciendo el edema, removiendo material infectado y exudativo, estimulando la perfusión y formación de tejido de granulación.
La terapia de cierre asistido al vacío (Vacuum Assisted Closure (VAC) Therapy, Kinetic Concepts Inc. San Antonio, Texas) consiste en apósitos porosos de espuma sellados con un apósito adherente conectado a una bomba para la aplicación de presiones subatmosféricas . La presión puede aplicarse de manera continua o intermitente con presiones negativas variables de hasta más de 125 mmHg, dependiendo
del caso y del tejido donde ésta se aplica.
Existen diferentes tipos de esponjas con sus respectivas indicaciones para su uso, entre las cuales encontramos:
Mecanismo de acción
Esta terapia prepara el lecho de la herida para su cicatrización, reduce el volumen de la herida, favorece la eliminación del exudado, reduce el edema y fomenta el crecimiento de tejido de granulación. Este método provoca la aceleración de una serie de procesos fisiológicos, como una vasodilatación capilar que conlleva un aumento de la perfusión por el efecto de ósmosis. Esto se traduce en una hipergranulación del lecho de la herida y una angiogénesis mientras se promueve la epitelización de la lesión. El propio efecto físico de la presión negativa conlleva un acercamiento de los bordes de la herida
disminuyendo el tamaño de la misma.
Por otra parte, el exceso de exudado es retirado por el efecto de succión y aspiración pero siempre manteniendo el lecho húmedo ya que, como ya se ha demostrado, la cura en este ambiente es un principio básico en la cicatrización de las heridas crónicas. Además, el sellado por vacío necesario para ejercer este tipo de presión favorece su aislamiento y por tanto reduce el riesgo de infección procedente del medio exterior. La disminución de la cantidad de exudado hace que se reduzca el número de enzimas proteolíticas que ralentizan la cicatrización por el efecto inhibitorio que producen sobre
los fibroblastos, células endoteliales y queratinocitos.
Contraindicaciones de la Terapia VAC
Está contraindicada en pacientes con neoplasia maligna en la lesión, ya que la angiogénesis que se genera puede estimular aún más el crecimiento de las células malignas. Tampoco debe utilizarse en osteomielitis sin tratar, en fístulas no entéricas e inexploradas o directamente sobre órganos, arterias y venas. Además, la V.A.C. está contraindicada en heridas con tejido necrótico y costras.
En caso de sensibilidad a la plata, no utilizar si el sistema utiliza plata (VAC GranuFoam Silver). Por último, hay que extremar las precauciones si existe un sangrado activo o el paciente está en tratamiento con anticoagulantes. En resumen, el objetivo de la Terapia VAC es crear un ambiente que promueva la curación de las heridas por segunda o tercera intención (primaria retardada), preparar el lecho de la herida para su cierre, reducir el edema, propiciar la formación de tejido de granulación, reducir la carga bacteriana, mantener la hidratación, mejorar la perfusión, remover el exudado y reducir el área de superficie de la herida y disminuir el dolor.
Casos pacientes que han usado Terapia VAC
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