La parte humana de la Anestesiología y en fin de la Medicina.
Muchas personas se imaginan que el anestesiólogo solamente esta presente en el acto quirúrgico para dar una puyita como justamente me han dicho. Hoy quiero a través de esta publicación mostrar los sentimientos que nos embargan cuando perdemos un paciente.
La respuesta es no! Los anestesiólogos no solo estamos para dar la famosa puyita como popularmente les dicen mis pacientes a la anestesia raquídea o bloqueo subaracnoideo. Nuestra especialidad es Anestesiología, Analgesia y Reanimación.
En la parte de la reanimación me concentrare en este momento. Anteriormente ya he brindado información en publicaciones sobre como realizamos la reanimación, lo triste de nuestra practica es que a pesar de saber todo lo necesario para reanimar un paciente no siempre podemos logra salvar las vidas de las personas.
Hace justamente hoy un día de la muerte de mi primer paciente durante una reanimación cardiopulmonar, le llamare Raúl. Desde que lo recibí en la unidad en donde estoy laborando supe que no tenia posibilidades de sobrevivir. Este hombre había realizado un acto antisocial que lo llevo a ser atacado y posteriormente llegó a nuestro centro en un mal estado.
Lo primero que me comentaron los paramédicos al presentarme el paciente era lo que había hecho antes de concentrarse en su salud que era bastante critica. Cual es nuestra labor como profesionales de la salud, salvar o juzgar? En ese momento recordé que mi vocación es cuidar y salvar vidas no estaba ahí para enjuiciar a Raúl, mi deber era hacer lo necesario para salvarlo y si debía morir que muriera con calidad.
Raúl también era un ser humano que merecía mi atención y si debía morir como pasó yo seria la ultima persona que vería en vida y ese es algo con mucho peso. Creo que en la formación de los médicos se habla poco de la muerte, la propia, la ajena, la que está a nuestro cuidado, su sentido.
Muchas veces veo en las noticias y aún en las emergencias como familiares denuncian que alguna persona ha fallecido por culpa de los médicos. Así como en todas las demás profesiones lamentablemente existen malos y buenos profesionales. Pero esas personas se imaginan como nos sentimos cuando el paciente fallece?
Esta semana conocí este dolor! Como médico eres la ultima persona con la cual el paciente comparte antes de morir. Algunos se adaptan a la muerte, pero no fuimos creados para morir por eso es tan triste para mi dejarlos ir.
Estar en una unidad de cuidados intensivos me ha movido el alma, es tan triste verlos partir. Aún recuerdo a mi primer paciente, lo llamaremos Juan por respeto a su memoria. Esa noche antes de intubarlo me dijo que tenía sed pero no podía consumir ningún tipo de alimentación pues era un riesgo para el. Me decía doctora me duele mucho no puedo respirar y yo le respondí Juan tranquilo, te voy a dormir para que ya no te duela.
Lo induje con una dosis de Propofol y ketamina lo intube y conecte al ventilado. Juan falleció a los dos días, yo no estaba en la unidad, eso fue lo mejor. Cuando me informaron de su fallecimiento llore toda la tarde, sabes por que? Porque sabia que no logro despedirse de las personas que amaba. Madre, padre, esposa e hijos quizás. Pero también era un peso tan grande para mi saber que fui la ultima persona que vio mientras aun vivía.
Esto es lo que sucede, los medico estamos formados para la vida pero no la podemos dar. Realizamos el arte de los dioses, pero no somos dioses! Y perder pacientes nos causa una cascada de emociones, preguntas y dudas. Nos cuestionamos si podíamos hacer más para poder prolongar su vida, si el tratamiento fue el indicado para el bien del paciente.
Muchos quizás piensan que al morir el paciente decimos ah ya falleció y no, no es así! Los reanimamos hasta el cansancio agotados, teniendo que relevarnos por turnos porque solo no podemos, intubando buscando oxigeno dando compresiones torácicas y muchas veces cuando termina el tiempo reglamentario seguimos ahí esforzándonos esperando un milagro.
Pero cuando el milagro no ocurre nos embarga un sentimiento de tristeza porque los médicos también somos humanos! Ese día que reanime a Raúl que su corazón no reaccionó más después de su parada cardiaca sabia que no me escuchaba, pero cerré sus ojos y le dije ve en paz. No lo juzgué por lo que hizo, él no necesitaba ser juzgado sólo necesitaba atenciones médicas y eso recibió.
Como profesionales tenemos “trato” frecuente con la muerte y eso nos hace sensibles a su profundo impacto en la vida de familiares y comunidades, y también en nuestras propias vidas. El duelo por la muerte de nuestros pacientes es parte de la vida profesional y convendría analizar y estudiar tal duelo, para facilitar una enseñanza al respecto, tanto en lo científico como en lo humano.
Nunca me adaptaré a la muerte y siempre recordaré a aquellos que han partido, no importa si no conocemos las vidas de los pacientes, quienes son o que hacen, sus muertes nos duelen!
Dra. Nelcy Mateo
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